Según este mapa, el explorador chino Zheng He
ya habría dado la vuelta al mundo un siglo antes que Magallanes.
Una magnífica escena para el
regocijo de los indios americanos pudo haber tenido lugar hace 590 años –antes
de que naciera Cristóbal Colón–, cuando los nativos atestiguaran por fin, desde
las costas del Pacífico, la visita de los “dioses” que, según sus leyendas, llegarían desde el agua
en un espléndido vehículo. Aquellos visitantes descendieron a tierra uno por
uno dejando ver, a la luz del sol, sus agraciadas pieles amarillentas y sus
ojos rasgados.
Que los chinos descubrieron
Sudamérica no es algo imposible de imaginar si se observa el mapamundi; no
sería descabellado pensar que aquella nación de casi 5 mil años de desarrollo
quisiera navegar hacia el Este en búsqueda de respuestas a las incertidumbres y
las ansias que generase el infinito horizonte desplegado sobre el mar a lo
largo de gran parte de su frontera. Más aun si se tiene en cuenta que la
comunicación y el transporte ya estaban muy desarrollados en China hace 600
años y que los chinos, de hecho, ya eran muy activos en sus traslados en tierra y
mar para ese entonces. La distancia de casi medio mundo es definitivamente un
desafío aun para el más creyente, pero vientos y mareas, junto con la ambición
y el conocimiento astronómico y de navegación, sin dudas podían traer barcos
desde China hasta este continente.
Cuando uno aprende que palabras
nativas como “wawa” (bebé) o ‘), entre
varias otras, tienen significados y pronunciaciones similares en idioma chino,
empieza a tomarse más en serio la idea de la llegada de chinos al continente
antes que los españoles. Sin embargo, muchos investigadores rechazan esta
teoría porque no encuentran ningún registro fehaciente que corrobore el suceso.
Pero el historiador y ex
comandante británico de submarinos de la Marina Real Británica, Gavin Menzies,
intenta demostrar este postulado en su libro 1421, el año en que China
descubrió el mundo. Según Menzies, Cristóbal Colón llegó a América 72 años
después que los chinos, quienes ya habían dado la vuelta al mundo un siglo
antes que Magallanes. Él basó su teoría en los viajes que hizo el explorador
chino Zheng He durante la dinastía Ming en el siglo XV. Menzies pasó 16 años
investigando los viajes de ese almirante chino que, entre 1421 y 1423, navegó
hasta muchos lugares antes de que los europeos los “descubrieran”.
Comparación de tamaño entre el
barco de Zheng He (centro), la carabela
Santa María utilizada por Colón
(izquierda, abajo) y el velero tipo
clipper “Cutty Sark” del siglo
XIX (derecha, fondo).
|
Zheng He, el gran explorador
Zheng He nació de una familia
musulmana pobre en 1371 en la provincia Yunnan, al nordeste de China. Por ser
hijo de un prisionero durante la limpieza de lo que quedaba de la dinastía Yuan
(1279-1368) tras la conquista de Yunnan por el Imperio Ming, Zheng He fue
capturado y castrado –se solía castrar a los descendientes del enemigo
vencido–. Fue enviado a la corte de Zhu De –un hijo del emperador Hongwu–, que
más tarde se proclamó emperador con el nombre de Yongle (‘felidicad perpetua’).
Zheng He ganó la confianza de Yongle, y fue durante ese gobierno que realizó
sus viajes de exploración.
El emperador tenía grandes
ambiciones, por lo que los viajes de Zheng fueron pomposos y de gran escala. En
28 años, Zheng He viajó siete veces al hemisferio Sur. No solo fue un
estandarte de la era de mayor expansión de China, sino que también marcó un salto histórico en
lo que hace a la navegación. Sus excursiones constituyeron la primera y única
vez en la historia antigua de China en que se produjo semejante emprendimiento
estatal para la exploración.
Menzies explica en su libro que
los conocimientos de los chinos en astronavegación le permitieron a Zheng He
llegar casi hasta el Polo Sur utilizando la estrella Canope para guiarse.
El emperador Yongle financió con
generosidad los viajes de Zheng He, gastando sumas sustanciosas en la
construcción de grandes barcos. Había diferentes tipos de barcos; al más grande
se lo llamaba ‘barco del tesoro’. Según
el registro antiguo “La historia de Ming”, ese tipo barco tenía unos “44 zhang,
4 chi de longitud y 18 zhang de ancho”. No hay certeza sobre la escala métrica
a la que se referían los ‘zhang’ y ‘chi’, pero diferentes estudios concluyen en
estimaciones 120, 150, 180 metros de longitud; cual fuera la longitud real, sin
dudas era inmenso y asombroso para la época. Solo entre 1403 y 1407 se construyó o remodeló un total de 1.681
naves de altamar. Cada nave tenía capacidad para cientos de tripulantes, de un
total de 25.000 marineros activos. Las carabelas occidentales no podían
compararse ni en número ni en tamaño con los barcos que comandaba Zheng He.
Los registros muestran que
durante sus viajes –entre 1405 y 1433–, Zheng He llegó al sudeste asiático,
Indonesia, India, el Golfo Pérsico, la Península Arábiga y el este de África
hasta el canal de Mozambique. Sus viajes generaron importantes intercambios
diplomáticos, comerciales y culturales entre China y muchos países, a la vez
que demostraron la capacidad organizativa y el conocimiento de Zheng He.
Las grandes ambiciones del
emperador chino y su deseo de ostentar el poder fueron el principal impulsor de
Zheng He al mar. Respaldado por el poderío de la dinastía Ming, Zheng He no tuvo problemas en sus viajes;
cuando surgió resistencia en algún lugar, la derrotó con los soldados y ordenó
al pueblo que enviara representantes a China cada año para ofrecer tributo al
emperador. Así, Zheng He incorporó la
parte oeste del mar suroriental al dominio de China. En sus viajes, Zheng He
intercambió la seda y porcelana de China por todo tipo de tesoros, de manera
que las travesías no solo fueron grandiosas, sino también rentables.
Los registros sobre los viajes de
Zheng He están incompletos. En la última etapa, ya había celos en la corte que,
basada en razones políticas y económicas, los discontinuó. Algunos piensan que
después de siete viajes, el gobierno los consideró un malgasto del dinero, los
prohibió y al mismo tiempo destruyó los registros. Existe una versión sobre un
incendio en la corte que destruyó muchos archivos, dentro los cuales podrían
estar los registros de los viajes a América, Australia y la Antártida. Las
crónicas de los viajes a África, sin embargo, están bastante completas.
Chinos en la América precolombina
Por los restos arqueológicos de
los nativos americanos, se puede hipotetizar que Zheng He viajó más de una vez
a este continente. Cerámicas de alto nivel cultural dejadas por nativos de
México y Perú incluyen figuras de rostros claramente asiáticos; y hasta se
puede decir que son chinos por los rasgos y los típicos bigotes finos y largos.
Zheng He estuvo al menos una vez en América |
También se hallaron esculturas de
caras con rasgos de la raza negra, que no se explican con la teoría de Colón
como descubridor de América. La presencia de africanos en la América
precolombina se entendería fácilmente si se comprobasen los alegados viajes de
Zheng He al “nuevo continente”. Los barcos de Zheng He estuvieron más de una
vez en África del Este; por eso, es intuible que, por necesidad, el explorador
chino haya reclutado marineros africanos.
De hecho, las caras de raza negra
en las esculturas americanas tienen los rasgos de los africanos del Este, de
donde también provinieron los primeros esclavos llevados a Norteamérica. Los
africanos son de diferentes razas; los rasgos, los tonos de la piel y la
constitución corporal son muy diferentes entre sí. Por ejemplo, los africanos
orientales y occidentales tienen características físicas diferentes. Los
traficantes de esclavos aterrizaron primero en la costa este de África y
empezaron a secuestrar gente allí. Por eso, los hombres que llevaron fueron
mayormente de los pueblos cercanos a la costa este de África, quienes también
habrían viajado anteriormente en los barcos chinos.
Entre los nativos de África y
Sudamérica se pueden encontrar tribus con marcados rasgos asiáticos. Después de
tantas generaciones, es difícil de comprobar si tienen sangre china o no. Pero no se puede descartar esta posibilidad.
Los marineros y soldados viajaban durante meses y años, así que es lógico que
concibieran hijos con las mujeres nativas.
La influencia en el lenguaje es
lo más vago y difícil de determinar. El lenguaje es vivo, cambia y se adapta
con el correr del tiempo. Un lenguaje completamente extraño traído por un grupo
pequeño de chinos, sería imposible que se difunda y aun más difícil es hallar
rastros después 500 años. Sin embargo, aunque no se ha podido probar la
conexión, los lenguajes indígenas en Sudamérica contienen vocablos que muestran
curiosas coincidencias con el idioma chino.
Por ejemplo, ‘wawa’ significa
muñeca o bebé en quechua, y lo mismo significa en mandarín. Gualeguaychú, la ciudad de la provincia de
Entre Ríos, Argentina, tiene
significados en guaraní como ‘agua de andar lento’ o ‘río de las cuevas de los
chanchos’. ‘Chancho’ en chino se dice ‘chu’, y ‘Gualeguay’ en chino es como un adjetivo o adverbio que
describe algo con curvas como un río, o algo que serpentea, que coincide con el
concepto de ‘agua de andar lento’. ‘Aconcagua’ –nombre de la montaña más alta
de la Cordillera de los Andes, a la altura de provincia de Mendoza en
Argentina– suena tal como una frase del dialecto sureño de China que se usaba
en la época de Zheng He, que significa “abuelo me enseña”.
Aquellos que están en desacuerdo
con que los chinos llegaron antes que Colón a América tampoco pueden explicar,
hasta hoy, cómo algunos pueblos indígenas precolombinos pudieron alcanzar un
grado de cultura y conocimiento tan alto en un corto periodo, que luego se
fuera desvaneciendo poco a poco hasta desaparecer completamente. Existen
evidencias de que los indígenas adquirieron una compresión avanzada sobre
hierbas medicinales, cirugía, cerámica, matemática, astrología y geografía.
También supieron apreciar y aprender el uso del jade, una especialidad de los
chinos. Estos conocimientos y rasgos culturales fueron eliminados por los
conquistadores en su avance, así que es difícil de seguir el trazo hasta su
origen.
Explorar sin conquistar
Desde que postuló su teoría,
Gavin Menzies ha sido criticado con dureza por otros historiadores. Los
opositores preguntan por qué no se encuentran rasgos más marcados de la cultura
china en América y por qué no hay trazos de ninguna influencia en la vida diaria
y el lenguaje.
Acá hay que considerar la
diferencia contundente entre las características e intenciones de los
exploradores chinos respecto de los conquistadores de Occidente. Zheng He y los
otros exploradores chinos no emprendieron sus travesías en el mar para
conquistar territorios o tomar un país por la fuerza. Los chinos antiguos nunca han enviado tropas
fuera de sus fronteras para conquistar y establecer su presencia en un país o
nación extranjera, pues esto no concordaba con los principios celestiales y
culturales que seguían los emperadores. Por la influencia de las creencias
antiguas sobre los principios del Dao, junto con la creencia budista y las
enseñanzas confucianas, los emperadores no estaban interesados en conquistar
tierras, establecer bases militares o imponer sus creencias o religiones sobre
otros pueblos. La violencia de las conquistas no encajaba con la voluntad de
los emperadores, quienes solo esperaban que los países vecinos les hicieran su
tributo una vez por año con regalos o la ofrenda de algunas princesas para
mostrar su respeto y su obediencia. Esto era suficiente para Zhong Guo, la
‘nación del centro’. El único tiempo en
que China sacó a relucir una ambición de hegemonía y conquistó con la fuerza
fue desde la toma del poder por el Partido Comunista Chino, que estableció el
primer gobierno ateo en los 5000 años de la historia de China, buscando
expandir su doctrina y poder.
Como Zheng He viajaba para su
emperador, sin propósitos de conquistar, los exploradores chinos nunca se
establecían en un lugar ni se quedaban por un periodo largo. Sí es probable que
en determinadas circunstancias o también por deseo, pequeños grupos de chinos
se hayan establecido temporalmente hasta que regresaran los barcos del
siguiente viaje, o que unos pocos se hayan establecido definitivamente. Pero la
influencia de unos pocos chinos sin carácter de dominio no podía ser tanta como
para difundir ampliamente su lenguaje o
dejar tradiciones. Esto mismo se refleja en África, donde sí hay registros de
las travesías de Zheng He, cuyas incursiones tampoco afectaron las culturas
locales.
El alto grado de cultura que
muestran los indios en Sudamérica siempre pareció haber surgido en un abrir y
cerrar de ojos. Pero este periodo
precolombino de alto nivel cultural tal vez duró unas décadas o unos cientos de
años y después, al cortarse el flujo de los conocimientos, con el paso de las
generaciones, poco a poco se fue olvidando y decayendo hasta desparecer.
Imagen de portada: Este mapa data de 1763 pero marca
claramente que se trata de una copia de un mapa de 1418, año en que Zheng He
realizaba sus viajes. Muchos lo consideran una prueba de que los chinos ya
sabían de la existencia de América mucho antes que los europeos.
Fuente: www.lagranepoca.com
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