La última supuesta visita que se hizo a la
tumba del conquistador fue la del emperador romano Caracalla en 215 B.C.; desde
entonces, la ubicación de su tumba se ha perdido en la historia.
Rey, guerrero, unificador y
conquistador; son palabras que a menudo se utilizan para describir al hombre
conocido como Alejandro Magno de Macedonia, quien a una temprana edad se
dispuso conquistar el mundo conocido y estuvo cerca del éxito antes de completar
los 33 años.
“Mi hijo, pide otro reino para
ti. Porque lo que os dejo es demasiado pequeño para vosotros”, fueron palabras
dichas a Alejandro Magno por su padre Filipo II, Rey de Macedonia, según “El trabajo
de referencia Volumen I del Nuevo Estudiante”.
Se convirtió en rey a la temprana
edad de 20 años, tras el asesinato de su padre en la boda de su hermana en el
336 a.C.. En dos años, Alejandro fue
obligado a unirse a Grecia y a comenzar su conquista de Asia. Pronto el Imperio
Persa cayó, y Egipto fue el siguiente. Allí se crearía la gran ciudad de
Alejandría. Mientras se dirigía hacia la India conquistó y estableció colonias
macedonias en Irán. Derrocó el norte de India, y destronó a Poros, el rey hindú.
Durante la conquista del imperio
persa, y habiendo avanzado hasta la India, sus ejércitos se negaron a seguir
adelante por estar en los confines del mundo conocido, y Alejandro comenzó su
viaje de regreso a Babilonia. Durante éste se mantuvo en etapas preliminares de
planificación para realizar una campaña hacia el oeste, incluyendo a Roma y
Cartago. Sin embargo, contrajo una fiebre y murió en Babilonia el 10 de junio
de 323 a.C.; tenía 32 años.
Así que, ¿dónde está el lugar de
su descanso final?
Desafortunadamente, nadie lo sabe
a ciencia cierta. En algún momento, Ptolomeo, general de Alejandro y el futuro
rey de Egipto (305 A.C.) tomó el control de su cuerpo.
“El cuerpo de Alejandro fue
llevado a Memphis por Ptolomeo, en cuyo poder había caído Egipto, y desde allí
fue trasladado unos años después a Alejandría, en donde cada señal de respeto
se mantiene como pago en memoria a su nombre”, según el antiguo historiador
romano Quinto Curcio Rufo, en “Historias de Alejandro el Grande”.
Un descendiente después de
Ptolomeo, Ptolomeo Filopator, pudo haber movido nuevamente los restos de
Alejandro, colocándolos en un mausoleo común con otros predecesores de
Ptolomeo. Esto podría haber ocurrido en algún lugar entre 220 a 205 A.C.
Varios emperadores romanos
informaron de su visita a la tumba de Alejandro. Octavio, el futuro emperador Augusto, al
parecer visitó la tumba en el año 30 A.C. ofreciendo sus respetos con flores y
colocando una diadema de oro (corona) sobre su cabeza momificada.
La última supuesta visita fue la
del emperador romano Caracalla en 215 B.C.; desde entonces, la ubicación de la
tercera tumba se ha perdido en la historia.
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Alejandro Magno visita la tumba
de Aquiles, pero nosotros no podemos visitar su tumba.
Esta pintura es de
Giovanni Paolo Panini.
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En busca de la tumba
Muchas organizaciones siguen
buscando la tumba perdida de Alejandro. Una de ellas es el Centro Polaco de
Arqueología Mediterránea; sin embargo, este fue objeto de una broma en el
verano de 2014, cuando algunas agencias de noticias de Internet informaron que
el grupo descubrió en el centro de Alejandría la tumba que faltaba, según el
Cairo Post.
En 2008, los investigadores de la
Universidad Estatal de Pensilvania anunciaron que una tumba en la aldea norteña
griega de Vergina era la de Philip III Arrhidaeus, hermanastro de Alejandro
Magno, según National Geographic News. Entre los artefactos descubiertos había
un casco, un escudo y una corona de plata que los investigadores creen podrían
haber pertenecido al propio Alejandro, ya que supuestamente su hermano reclamó
estos elementos después de su muerte.
En el otoño de 2014, los
científicos confirmaron en el Museo Arqueológico de Tesalónica lo que ya se
había discutido anteriormente, que los huesos encontrados en las dos tumbas
debieron haber sido los de Alejandro Magno padre y del Rey Felipe II, según
Discovery News.
La búsqueda de la tumba de
Alejandro Magno continúa. Pero, por desgracia, el lugar de descanso muchas
veces fue cambiado a lo largo de la historia y los paisajes de la antigua
ciudad se han cubierto con más transformaciones, perdiéndose así las edades.
Sin embargo los restos de su familia, como los artefactos que probablemente
fueron usados en vida, son conocidos por los científicos de hoy, y estos traen
la leyenda más cercana a la vida real. Tal vez un día, su lugar de descanso
final sea, una vez más, el lugar donde la gente pueda visitarle para ofrecer
sus respetos al hombre que casi gobernó al mundo.
Fuente: www.lagranepoca.com
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